Describir lo que sintió, como él me lo dijo, era imposible. Emoción, alegría, miedo, rabia, deseo, ganas de llorar, de gritar, de saltar. Quiso correr, quiso volar, ser libre de nuevo. Habían pasado once años desde que ella se fue y con ella su deseo de vivir, de luchar, de amar. Los médicos dijeron que estaba vivo de milagro, él decía que estaba vivo porque Dios no existía. Ella regresó, pero sola, nada de lo que se llevó volvió con ella, mucho menos la posibilidad, de que él volviera a caminar.
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