El joven desquiciado de amor, ingreso al salón de clase, sacó su arma y gritó: voy a matarlos a todos. Once muertos y veintidós heridos, fue el resultado de tan absurda amenaza. Solo una bala quedó en la pistola y fue para él. Juan quedó herido y le dijo a las autoridades que el asesino lloraba mucho antes de suicidarse y que parecía poseído por el demonio. Uno de los policías le respondió: el diablo no es tan malo. Susana le dijo a sus padres y amigos, que ella solo le pidió un poco de tiempo.
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