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jueves, 25 de julio de 2013

El país de las maravillas

Por DIEGO MORA | Publicado el 24 de julio de 2013 El Colombiano


Definitivamente la óptica con la que Juan Manuel Santos mira el país desde la Casa de Nariño es muy diferente a la realidad que nos toca vivir a millones de colombianos diariamente. Así quedó comprobado después del discurso del 20 de Julio en el cual el Presidente (al igual que el año pasado) nos llevó a un paseo por las nubes, a otro mundo en el cual todo es perfecto.

Mientras leía su preparado discurso, la otra Colombia se enteraba de la masacre de 15 militares en Arauca, información que no fue incluida en el balance de gobierno para evitar dañar las cifras, esos números que son de ver y no creer.

Y es que Juan Manuel Santos parece no darse cuenta de que el país clama por seguridad. 

En tres años logró dar vuelta a un sentimiento nacional, nos hizo cambiar nuestro optimismo por un pesimismo que crece todos los días, solo basta con leer los periódicos. Y no es un asunto de percepción como quieren que creamos, es una realidad imposible de esconder, aunque hacen todo lo posible por hacerlo.

No es un secreto la distancia entre el gobierno y el pueblo. No hay liderazgo, no hay diálogo. El Presidente no les pasa al teléfono a los alcaldes ni a los líderes regionales (como lo hacía Uribe todos los días) que tienen información de primera mano sobre los retos de seguridad. Esa es la microgerencia que algunos desde Bogotá le criticaban al expresidente, pero que es fundamental para estar informado y tomar medidas oportunas ¿puede alguien negar que esto le funcionó?

Los colombianos queremos y necesitamos que el Estado nos garantice la seguridad, que se recupere el monopolio de la fuerza en todo el territorio y sentir nuevamente confianza y esa sensación general de bienestar que tuvimos hace algunos años.

Pero no será gracias a Juan Manuel Santos que lo lograremos. No podemos confiar en un Presidente que le habla fuerte a la Fuerza Pública y le exige resultados pero tiene un discurso blando y permisivo con el terrorismo que desde La Habana sigue delinquiendo y que cuando le preguntan si pedirán perdón a sus víctimas, contestan de manera cínica: "quizás, quizás, quizás".

¿Es ese el país Justo, Moderno y Seguro que nos quiere dejar Juan Manuel Santos?

Por último: los colombianos no merecemos estar viviendo otra vez esta incertidumbre. De alguna manera, habíamos logrado superar la preocupación de estar seguros y pensábamos en mejorar nuestro empleo o adquirir nuestra casita propia. Desde hace tres años regresamos al pasado, como si por arte de magia nos hubieran borrado los mejores tiempos del país.

@DiegoMorita

jueves, 18 de julio de 2013

Ética y Política

Por DIEGO MORA | Publicado el 17 de julio de 2013 El Colombiano


Hace ocho días, y por decisión de la Dirección del periódico, se reseñó al final de mi columna que actualmente soy el Jefe de Prensa del exvicepresidente Francisco Santos, lo cual generó algún tipo de polémica y por supuesto, nunca faltan quienes no saben expresarse con respeto, los insultos y malos tratos.

Repito, la decisión de poner mi cargo actual al final de la columna es del periódico y responde a, según la respuesta que me dieron, un acto de transparencia con los lectores que tienen derecho a saber que la persona que escribe se encuentra inmersa en una campaña política.

En un acto de transparencia, escribo hoy esta columna en la cual dejaré clara mi posición respecto de la situación antes mencionada. Para aquellos que no lo saben, les cuento que mi "Re-creo" aparece en este periódico hace 17 meses. Antes de ser un columnista permanente escribí por más de un año en un espacio denominado "Jóvenes Pioneros", iniciativa que nos permitió a muchos dar a conocer nuestras posiciones en un medio tan importante como este.

Hace tres meses y medio que soy el Jefe de Prensa de Francisco Santos, si aquellos que critican que tenga este cargo y siga escribiendo leyeran mis columnas anteriores (las pueden encontrar todas en www.en500palabras.blogspot.com) se darían cuenta que muchísimo antes de empezar este reto, mis temas han girado alrededor de una crítica constante al actual gobierno, al terrorismo de las Farc y al proceso en La Habana, por lo cual nada tienen que ver esos temas con mi trabajo actual y mucho menos le estoy haciendo mandados al exvicepresidente Santos escribiendo y exigiéndole coherencia a Juan Manuel Santos.

¿Hay un problema de ética entre mis columnas y mi trabajo actual? ¡Creo que no… En este espacio no estoy haciendo proselitismo a favor de Francisco Santos, no estoy pidiendo a quienes me leen que lo apoyen en su aspiración presidencial, no lo he hecho y no lo haré, eso lo tengo claro. 

En poco más de 80 columnas escritas, solo en dos de ellas he mencionado a Francisco Santos, la primera del 3 de abril (http://en500palabras.blogspot.com/2013/04/un-tintico.html), en la que lo cito para darle contexto al tema que desarrollé y la segunda, el 17 del mismo mes (http://en500palabras.blogspot.com/2013/04/las-vallas-de-pacho.html) en la cual dedico el espacio a expresar mi opinión sobre la valla que instaló (esa fue la primera) y que tanta polémica desató en el país. 

Por último: opinar en Colombia, aún, no es un delito y trabajar con alguien que aspira a ser Presidente tampoco. El día en que esto cambie, con seguridad los que hacemos las dos cosas, ya no lo haremos más.

@DiegoMorita

jueves, 11 de julio de 2013

Desconexión nacional

Por DIEGO MORA | Publicado el 10 de julio de 2013 El Colombiano


No hay que ser un gran analista para darse cuenta de que el país cada día se hunde más en una profunda crisis, generada por las continuas protestas en diferentes regiones del país (la del Catatumbo que se mantiene es muy grave), anuncios de paros en diferentes lugares de nuestra geografía y polémicas permanentes por lo que pasa con el proceso en La Habana; por citar solo tres frentes de lo que padecemos todos los días. 


Lo peor de todo es que hay una desconexión muy grave del Gobierno Nacional con las regiones y ese definitivamente es el detonante y el peso mayor que nos evita salir del fango social en el que nos encontramos.

Tuve la oportunidad de visitar en días pasados Ocaña, municipio de Norte de Santander, que ha padecido semanas muy difíciles por la protesta claramente infiltrada por las Farc. A la entrada aun se notan los estragos de la violencia, viviendas destruidas, zonas verdes quemadas y los héroes del Esmad atentos y disponibles para mitigar cualquier acción violenta.

¿Y el Gobierno? La respuesta es sencilla: incapaz de ofrecer una solución efectiva que satisfaga las demandas de los campesinos y totalmente ciego para identificar las infiltraciones terroristas y evitar que la población civil sufra más esta violencia sin sentido.

Mientras la crisis en el Catatumbo se agudizaba, Juan Manuel Santos estaba intentando conseguir la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 para Medellín.

Y es más triste todavía, que estando en el país, no incluya en su agenda ir a poner la cara e intentar (sé que es difícil para él) generar confianza en la población. Él prefiere mandar a Lucho Garzón, que poco o nada ha hecho en el gobierno y que tiene pocas capacidades para negociar.

En las calles de Ocaña escuché en repetidas ocasiones: "estamos sin Presidente", incluso me contaron que en la última visita de Santos nadie salió a recibirlo, así que sacaron a los niños de sus salones de clase para que se viera gente en las calles. Las palabras que le gritaron los ocañeros son irrepetibles pero de alguna manera reflejan el sentimiento general del país y la impotencia que muchos sentimos por el rumbo que el país ha tomado.

Por último: la prioridad de este Gobierno es el proceso en La Habana, no importa que cada día las Farc den menos señales de tener una posición seria en la mesa.

Olvidó Juan Manuel que el diálogo en el país es más importante y más valioso que negociar el futuro del país con quienes tanto han hecho por destruirlo.

@DiegoMorita

jueves, 4 de julio de 2013

Jaque ¿Mate?

Por DIEGO MORA | Publicado el 03de julio de 2013 El Colombiano


Se cumplieron ayer cinco años de la exitosa Operación Jaque. 

Una magistral maniobra de nuestro Ejército que permitió liberar, sin disparar una sola bala, a Íngrid Betancourt, tres ciudadanos de Estados Unidos y 11 miembros de la Fuerza Pública secuestrados por las Farc. Los detalles de esta operación ya los conocemos y con cada año que pasa nos sentimos más orgullosos de lo logrado por estos héroes de la patria, liderados en ese entonces por Álvaro Uribe.

Cobra especial relevancia recordar la operación este año, por el proceso (que ya nadie sabe de qué es) que se adelanta en La Habana, pues aquellos que ordenaron estos secuestros, y más de 13 mil más según las cifras publicadas recientemente, están hoy disfrutando de los placeres de una isla en la que son atendidos como celebridades. Nada que ver con el suplicio que miles de colombianos que han sido secuestrados vivieron, encadenados a árboles o encerrados en jaulas.

Los medios entrevistaron a la figura más representativa, si así puede llamarse, de esta liberación, Íngrid Betancourt. De manera conmovedora relató algunos recuerdos de lo que vivió, nadie puede negar que sufrió, por eso el país entero se alegró cuando fue liberada. El país también la rechazó cuando intentó demandar al Estado por no haberla protegido (sabemos que fue mil veces advertida de lo peligroso de su viaje al Caguán, pero no hizo caso). Íngrid salió del país al día siguiente de su liberación. No ha regresado.

Cuando le preguntaron por el proceso en La Habana respondió que en esta ocasión veía cerca la "paz". Respetable y válida opinión de alguien, repito, que hace cinco años no visita el país y que seguramente no lo hará en mucho tiempo.

Marc Gonsalves es uno de los ciudadanos de Estados Unidos liberado en la misma operación. También fue entrevistado y recordó muchos de los momentos duros que vivió en la selva. Confesó que tiene pesadillas. Sorpresivamente, cuando le preguntaron por el proceso en La Habana fue contundente al decir que las Farc son terroristas y mentirosas y que no le ve una salida positiva a la negociación.

Dos posiciones distintas, dos personas que vivieron el mismo suplicio, que sintieron de cerca la muerte cada vez que veían helicópteros sobrevolar sus posiciones (esto por la orden de asesinar a los secuestrados en caso de un intento de rescate), un victimario. Cada uno sacará sus propias conclusiones.

Por último: el olvido no es una opción. Un día, dos, 10 años de secuestro es un tiempo que la vida no devuelve. La verdad y pedir perdón tampoco, pero sí puede aliviar las heridas.

@DiegoMorita

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