Se cumplieron ayer cinco años de la exitosa Operación Jaque.
Una magistral maniobra de nuestro Ejército que permitió liberar, sin disparar una sola bala, a Íngrid Betancourt, tres ciudadanos de Estados Unidos y 11 miembros de la Fuerza Pública secuestrados por las Farc. Los detalles de esta operación ya los conocemos y con cada año que pasa nos sentimos más orgullosos de lo logrado por estos héroes de la patria, liderados en ese entonces por Álvaro Uribe.
Cobra especial relevancia recordar la operación este año, por el proceso (que ya nadie sabe de qué es) que se adelanta en La Habana, pues aquellos que ordenaron estos secuestros, y más de 13 mil más según las cifras publicadas recientemente, están hoy disfrutando de los placeres de una isla en la que son atendidos como celebridades. Nada que ver con el suplicio que miles de colombianos que han sido secuestrados vivieron, encadenados a árboles o encerrados en jaulas.
Los medios entrevistaron a la figura más representativa, si así puede llamarse, de esta liberación, Íngrid Betancourt. De manera conmovedora relató algunos recuerdos de lo que vivió, nadie puede negar que sufrió, por eso el país entero se alegró cuando fue liberada. El país también la rechazó cuando intentó demandar al Estado por no haberla protegido (sabemos que fue mil veces advertida de lo peligroso de su viaje al Caguán, pero no hizo caso). Íngrid salió del país al día siguiente de su liberación. No ha regresado.
Cuando le preguntaron por el proceso en La Habana respondió que en esta ocasión veía cerca la "paz". Respetable y válida opinión de alguien, repito, que hace cinco años no visita el país y que seguramente no lo hará en mucho tiempo.
Marc Gonsalves es uno de los ciudadanos de Estados Unidos liberado en la misma operación. También fue entrevistado y recordó muchos de los momentos duros que vivió en la selva. Confesó que tiene pesadillas. Sorpresivamente, cuando le preguntaron por el proceso en La Habana fue contundente al decir que las Farc son terroristas y mentirosas y que no le ve una salida positiva a la negociación.
Dos posiciones distintas, dos personas que vivieron el mismo suplicio, que sintieron de cerca la muerte cada vez que veían helicópteros sobrevolar sus posiciones (esto por la orden de asesinar a los secuestrados en caso de un intento de rescate), un victimario. Cada uno sacará sus propias conclusiones.
Por último: el olvido no es una opción. Un día, dos, 10 años de secuestro es un tiempo que la vida no devuelve. La verdad y pedir perdón tampoco, pero sí puede aliviar las heridas.
@DiegoMorita
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