No hay que ser un gran analista para darse cuenta de que el país cada día se hunde más en una profunda crisis, generada por las continuas protestas en diferentes regiones del país (la del Catatumbo que se mantiene es muy grave), anuncios de paros en diferentes lugares de nuestra geografía y polémicas permanentes por lo que pasa con el proceso en La Habana; por citar solo tres frentes de lo que padecemos todos los días.
Lo peor de todo es que hay una desconexión muy grave del Gobierno Nacional con las regiones y ese definitivamente es el detonante y el peso mayor que nos evita salir del fango social en el que nos encontramos.
Tuve la oportunidad de visitar en días pasados Ocaña, municipio de Norte de Santander, que ha padecido semanas muy difíciles por la protesta claramente infiltrada por las Farc. A la entrada aun se notan los estragos de la violencia, viviendas destruidas, zonas verdes quemadas y los héroes del Esmad atentos y disponibles para mitigar cualquier acción violenta.
¿Y el Gobierno? La respuesta es sencilla: incapaz de ofrecer una solución efectiva que satisfaga las demandas de los campesinos y totalmente ciego para identificar las infiltraciones terroristas y evitar que la población civil sufra más esta violencia sin sentido.
Mientras la crisis en el Catatumbo se agudizaba, Juan Manuel Santos estaba intentando conseguir la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 para Medellín.
Y es más triste todavía, que estando en el país, no incluya en su agenda ir a poner la cara e intentar (sé que es difícil para él) generar confianza en la población. Él prefiere mandar a Lucho Garzón, que poco o nada ha hecho en el gobierno y que tiene pocas capacidades para negociar.
En las calles de Ocaña escuché en repetidas ocasiones: "estamos sin Presidente", incluso me contaron que en la última visita de Santos nadie salió a recibirlo, así que sacaron a los niños de sus salones de clase para que se viera gente en las calles. Las palabras que le gritaron los ocañeros son irrepetibles pero de alguna manera reflejan el sentimiento general del país y la impotencia que muchos sentimos por el rumbo que el país ha tomado.
Por último: la prioridad de este Gobierno es el proceso en La Habana, no importa que cada día las Farc den menos señales de tener una posición seria en la mesa.
Olvidó Juan Manuel que el diálogo en el país es más importante y más valioso que negociar el futuro del país con quienes tanto han hecho por destruirlo.
@DiegoMorita
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