Hace dos meses y medio se presentó en Bogotá el atentado terrorista contra el exministro Fernando Londoño.
Para la mayoría lógica del país, estaba claro quiénes eran los autores
de tan cobarde acto, menos para el presidente Santos que, a la fecha,
aun no reconoce que fueron las Farc.
Días después y ante un atentado a empleados de Isagén en el Tolima, el Presidente lanzó una orden a los generales y miembros de las Fuerzas Armadas: “Hay que intensificar sus acciones ¡Más plomo, más plomo contra las Farc!”.
Los colombianos debemos vivir agradecidos con el Ejército que tenemos. A pulso se ha ganado un lugar entre los mejores del mundo. Infortunadamente, esa posición se logra tras una confrontación de cuarenta años con una guerrilla ansiosa de poder y que evolucionó hacia el narcoterrorismo perdiendo todo ideal, si alguna vez lo tuvo.
No obstante, ante la falta de liderazgo, el accionar del Ejército se ha visto disminuido. Y no me refiero a los altos mandos, ellos tienen claro qué hacer y cómo llevarlo a cabo, sobre todo después de aplicar exitosamente ocho años la política de Seguridad Democrática, me refiero al Presidente de la República, comandante de las Fuerzas Militares.
Nuestro mandatario alardea con su éxito en la cartera de Defensa. Nadie le niega los contundentes golpes que le propinó al terrorismo, por eso es inexplicable la situación actual del país. Pregunta: ¿Por qué abandonar el legado que lo llevó al poder? ¡Necesitamos respuestas, exigimos respuestas!
Desde que Santos pidió más plomo para las Farc, se multiplicaron los ataques terroristas. La Guajira, Caquetá, Nariño, Arauca, Antioquia y ni mencionar el Cauca. El propio Ministerio de Defensa reconoce que las incursiones han aumentado, también el control de municipios que habían sido recuperados por el gobierno Uribe.
Cuando el ciudadano siente temor y se siente desprotegido aparece un indicador: los malos nos están ganando.
Sin embargo, parece que el Presidente no entiende la dimensión de lo que pasa en el país, o su orgullo no se lo permite, para él todo está bien aunque el país es testigo de lo contrario. Por ejemplo, refiriéndose al Cauca dijo: “la situación está controlada”, hoy vemos a los indígenas queriendo expulsar al Ejército del cerro Berlín y a nuestros héroes humillados, con lágrimas en su rostro e impotentes ante las agresiones de personas por las que, incluso, están dispuestos a dar la vida. ¿Es eso justo?
Por último: gran discurso del Presidente en la instalación de las sesiones ordinarias del Congreso, le pregunto ¿a qué país se refería cuando nos contaba todas esas maravillas? quisiera irme a vivir allá.
Días después y ante un atentado a empleados de Isagén en el Tolima, el Presidente lanzó una orden a los generales y miembros de las Fuerzas Armadas: “Hay que intensificar sus acciones ¡Más plomo, más plomo contra las Farc!”.
Los colombianos debemos vivir agradecidos con el Ejército que tenemos. A pulso se ha ganado un lugar entre los mejores del mundo. Infortunadamente, esa posición se logra tras una confrontación de cuarenta años con una guerrilla ansiosa de poder y que evolucionó hacia el narcoterrorismo perdiendo todo ideal, si alguna vez lo tuvo.
No obstante, ante la falta de liderazgo, el accionar del Ejército se ha visto disminuido. Y no me refiero a los altos mandos, ellos tienen claro qué hacer y cómo llevarlo a cabo, sobre todo después de aplicar exitosamente ocho años la política de Seguridad Democrática, me refiero al Presidente de la República, comandante de las Fuerzas Militares.
Nuestro mandatario alardea con su éxito en la cartera de Defensa. Nadie le niega los contundentes golpes que le propinó al terrorismo, por eso es inexplicable la situación actual del país. Pregunta: ¿Por qué abandonar el legado que lo llevó al poder? ¡Necesitamos respuestas, exigimos respuestas!
Desde que Santos pidió más plomo para las Farc, se multiplicaron los ataques terroristas. La Guajira, Caquetá, Nariño, Arauca, Antioquia y ni mencionar el Cauca. El propio Ministerio de Defensa reconoce que las incursiones han aumentado, también el control de municipios que habían sido recuperados por el gobierno Uribe.
Cuando el ciudadano siente temor y se siente desprotegido aparece un indicador: los malos nos están ganando.
Sin embargo, parece que el Presidente no entiende la dimensión de lo que pasa en el país, o su orgullo no se lo permite, para él todo está bien aunque el país es testigo de lo contrario. Por ejemplo, refiriéndose al Cauca dijo: “la situación está controlada”, hoy vemos a los indígenas queriendo expulsar al Ejército del cerro Berlín y a nuestros héroes humillados, con lágrimas en su rostro e impotentes ante las agresiones de personas por las que, incluso, están dispuestos a dar la vida. ¿Es eso justo?
Por último: gran discurso del Presidente en la instalación de las sesiones ordinarias del Congreso, le pregunto ¿a qué país se refería cuando nos contaba todas esas maravillas? quisiera irme a vivir allá.
@DiegoMorita
DiegoMorita, hay cosas que es necesario aclarar:
ResponderEliminarLos golpes propinados al terrorismo en la gestión de Santos cuando el gobierno de Uribe, fueron planeados y ejecutados por los militares, ¿donde entra el Ministro? El autoriza la acción y cobra los méritos,eso no lo convierte en un estratega y tampoco en un super-ministro, Ud. esta sobrestimando a Santos; ahora hay nuevos mandos Militares y de Policía y esta claro que no tienen la capacidad de los que han sucedido, tal vez sea eso el motivo del bajón del ahora presidente. Por otro lado, dice: "Desde que Santos pidió más plomo para las Farc, se multiplicaron los ataques terroristas" ¿que quiere UD. que se quede quieto y permita el libre accionar de la guerrilla?