COLUMNISTA
DIEGO MORA ARIZA
PUBLICADO EL 21 DE ENERO DE 2015
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Dicen algunos férreos defensores de Óscar Iván Zuluaga, que soy un mal perdedor porque no lo apoyé cuando obtuvo el aval del Centro Democrático para ser candidato a la presidencia. Esto, claro, porque en esa época trabajaba para Francisco Santos, el derrotado en la convención celebrada en Bogotá el 25 y 26 de octubre de 2013.
Terminada la convención, nuestra campaña con el exvicepresidente terminó y cada uno de los que hacia parte del equipo tomó su camino. Decidí que, trabajar con Zuluaga por mucho que quisiera al expresidente Uribe, no era compatible con mis principios y creencias, por lo cual resolví apartarme de la campaña, a pesar de que me ofrecieron trabajo en ella.
A raíz de lo sucedido con el caso de Andrés Sepúlveda, el Fiscal Montealegre declaró en los medios que llamará a indagatoria a Zuluaga y a su hijo David, para aclarar el vínculo que tuvieron con el llamado “hacker”, pues desde que se conociera el video (inicialmente en la revista Semana, que ya sabemos fue editado, y luego en El Tiempo, ese sí completo) en el que Zuluaga y Sepúlveda hablan de varios temas –a mi modo de ver nada grave- han quedado en el ambiente muchas dudas sobre la relación del candidato con este personaje; además, las explicaciones contradictorias en plena campaña aumentan la incertidumbre de muchos que nos preguntamos ¿cuál es el gato encerrado?
Creo que esta es la mejor oportunidad que tiene Zuluaga (solo él, porque aquí nada tiene que ver su partido) para aclarar el tema de una vez por todas. No desconozco que las actuaciones del Fiscal tienen máxima prioridad cuando se trata de temas contrarios al presidente Juan Manuel Santos o a las Farc, pero tampoco podemos caer en la trampa de llamar a todo una “persecución política” o decir que “no hay garantías”, cuando se trata de casos que afectan al círculo cercano del hoy senador Uribe. Claro está, Montealegre (mal fiscal, eso no se puede negar) le debe al país muchas explicaciones e investigaciones en otros temas y no solo en los que esté involucrada la derecha colombiana.
Y regreso aquí a la convención. He repetido en muchas ocasiones que “lo que empieza mal, termina mal” y lo que se vivió, en la que debía ser la gran y primera manifestación democrática del naciente partido, fue un suceso oscuro y que dejó muchos interrogantes y además un mal sabor a muchos de sus participantes.
No es necesario entrar en detalles de lo que pasó allá adentro, al fin y al cabo, el afectado principal, Francisco Santos, pasó rápido la página y apoyó la candidatura de Zuluaga, sin embargo hoy quise traer este tema muy personal a colación (con el perdón de los lectores) pues sí quiero reconocer que soy un mal perdedor y les voy a decir por qué.
Perder o ganar son resultados naturales en cualquier competencia. Todos quizás estemos preparados para la victoria, pocos o quizás nadie piense en perder. A la convención fuimos con la certeza de poder ganar, aunque siempre supimos que no sería fácil y aceptar la derrota era un proceso obligatorio, no obstante, cuando se pierde con triquiñuelas, con jugadas oscuras, con cambio en las reglas y con la confabulación de ciertos elementos con poder, duele, da rabia y no se puede aceptar. Por eso, reconozco ser un mal perdedor.
Por último: me perdonan que sea tan general en la historia, pero hablar en detalle sobre lo que pasó no es necesario, ya que en el fondo los que “ganaron” saben cómo lo hicieron y los que “perdimos” tenemos claro qué ocurrió; y eso a la larga a los segundos nos permite dormir tranquilos, no puedo asegurar lo mismo de los primeros.
PS: por el bien del país, ojalá que este caso se solucione pronto y ojalá que no lleguen las elecciones locales con el tema todavía ocupando los titulares de prensa. Dios nos libre...
@DiegoMorita
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