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lunes, 23 de marzo de 2020

Cambiar nuestra naturaleza


El 27 de diciembre de 2019 (algunos medios dicen que el 31) desde China, más exactamente Wuhan, fue enviado un mensaje al mundo entero. Este mensaje, a pesar de que estamos hiperconectados y nos enteramos de lo que pasa en cualquier lugar en segundos, tardó en llegar o, mejor dicho, tardó en ser entendido por la mayoría de nosotros. Ese nosotros incluye a los líderes mundiales, a los medios de información, a usted, a su jefe, a mi hija y, claro, a mí.

Han pasado 87 días desde que el mensaje fue emitido y el planeta entero se ha visto obligado a cambiar sus hábitos. Seguramente, a ninguno de nosotros, cuando vimos películas como Soy leyenda o Contagio, se nos pasó por la cabeza que algo de la ficción allí relatada pudiera convertirse en realidad. No quiero sonar extremista, pues esas historias duran dos horas y están plagadas de errores sobre lo que pasa en casos como este, pero de alguna manera reflejan nuestra situación actual en el sentido de algo que está pasando y a lo cual nos vemos avocados a prestar atención, porque está en juego nada más y nada menos que la vida.

Más allá de los cuidados individuales, para poder cuidar al colectivo, de quedarnos en la casa y contribuir para que esta pandemia dure poco y maté a la menor cantidad de personas posible, como seres humanos hemos tenido que cambiar. Las redes sociales, que generalmente son un campo de batalla, han servido para que la mayoría (no falta quien siga incendiándolas) muestre su lado más solidario. Los mensajes esperanzadores y las actividades para distraernos sobran y son maravillosas al igual que las iniciativas de los artistas, escritores y gente del común. No falta qué hacer y esto, aunque puede ser abrumador, no deja de ser una hermosura.

También hemos visto como las empresas sacan ese lado humano y donan recursos para equipos médicos, aseguran la nómina de sus empleados y les aseguran sus cargos después de la crisis (no todas) e incluso modifican su forma de ser, antes criticada, para ayudar. Tal es el caso puntual de el Grupo Éxito, que “anticipará el pago a todos sus proveedores pequeños y medianos. Es un desembolso de 60 mil millones de pesos que les permita tener un mejor flujo de caja”. Esto lo informó Yolanda Ruiz en Twitter.

Esto es para aplaudir de pie. ¡No, no lo es!

¿Por qué esperar una pandemia que pone en riesgo a millones de personas para hacer lo que se puede hacer en tiempos no convulsionados? Saco de esta pregunta al primer grupo, a los artistas y escritores, a Sarita Palacio con sus lecturas en Instagram (@saritapalacio), a Hernán Mejía con su propuesta en Twitter (@HernanMejiaJara) de aplausos cada noche o a las modelos fitness con sus rutinas de ejercicio. Pero no caben aquí los grandes grupos empresariales, que con sus recursos hace mucho tiempo pudieron aportar más. Muchos de nosotros conocemos la política de pagos del Grupo Éxito y muy bueno que hoy ayuden a los pequeños y medianos proveedores que tienen, pero eso es algo que podrían hacer siempre.

Pero no quiero que esto suene a un ataque puntual, no soy quien para criticar, y menos las prácticas corporativas de algunas empresas (aunque lo hago más de lo que debo y quiero). Estamos en un momento para generar solidaridad, para que reviva la esperanza en que podemos tener un futuro mejor, armónico, mágico.

El llamado es a que no solo cambie nuestro comportamiento, ni el de las empresas, en esta crisis. Lo que hemos venido haciendo en conjunto para evitar la propagación del Covid-19 debe ser el punto de partida para que entre todos le demos un respiro al planeta (ya hemos visto como el aire, los ríos y la naturaleza en general ha reaccionado a nuestro confinamiento), para que seamos más solidarios, pacientes y amables.

Esta es la oportunidad para que avancemos en acciones que disminuyan la desigualdad y el hambre. Para que nos reencontremos con nuestra identidad, para que nos unamos y combatamos la miseria en que se ha venido convirtiendo la humanidad. En resumen, esta es la oportunidad para que seamos mejores, para cambiar nuestra naturaleza.


Diego Mora
@DiegoMorita


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