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jueves, 22 de mayo de 2014

Columna reflexiva

Por DIEGO MORA | Publicado el 21 de mayo de 2014 El Colombiano


Mi columna de hoy tenía como título "Elecciones". La escribí con el corazón, con pasión por lo que siento. La leí y releí mil veces y estaba lista para enviársela al editor, pero algo me atajó, así que abrí un nuevo documento y empecé lo que están leyendo.

Confieso que estoy cansado de la situación actual por la que atraviesa la política colombiana y en especial la campaña presidencial. Siento el alma arrugada y triste por ser testigo de semejante polarización, del nivel tan bajo que se le ha dado al debate, de las prácticas de unos y otros por conseguir el poder o mantenerse en él, del fanatismo de los seguidores de x o y ideología y de que aquellos que nos atrevemos a pensar diferente seamos estigmatizados y señalados.

Las 10, 50 o 1.000 personas que han leído mi "Re-creo" estos 27 meses, conocen mi posición política y mi tendencia. Nunca la he escondido ni lo haré, soy claro al expresar lo que siento y en defender aquello en lo que creo. Mi opinión va de la mano de mis principios, jamás se ha desconectado ni se ha vendido. Responde a unas creencias que a través de los años se han ido transformando y consolidando buscando lo mejor y contribuir en la construcción de un mejor país.

Esta campaña electoral no me gusta. Me huele maluco, a oportunismo. Esperaba que fuera una contienda basada en ideas y en debates, no en ataques y denuncias. Pensé que sería emocionante como la de Congreso, en la que estábamos a la expectativa del quiebre en la historia que haría el expresidente Uribe con su candidatura. Pero no, los candidatos se desviaron. Uno porque bajaba estrepitosamente y otro porque necesitaba subir. Los cegó el poder y hoy Colombia paga las consecuencias.

¿A quién vamos a elegir? No sé y no quiero pensar en eso. Ya las encuestas hablaron y hoy hablan las denuncias. Eso sí, tenemos presente que nos faltan explicaciones por unos millones de dólares y por unas reuniones con un experto en seguridad informática. El gran problema es que nadie se acuerda de lo importante, de las propuestas y de cómo el próximo presidente nos está prometiendo cambiar el país. Sí, a eso llegamos, lo urgente desplazó a lo trascendente y parece que el elegido será el que tenga a cuestas el escándalo menos grave.

Por último: Colombia no merece lo que actualmente le está pasando, políticamente hablando. Aunque quizá, si miramos atrás, nos demos cuenta de que precisamente eso es lo que merecemos. Depende de cada uno de sus votos cambiar el presente al que nos enfrentamos.

PS: la columna "Elecciones" la pueden leer en http://www.en500palabras.com/2014/05/elecciones.html


@DiegoMorita

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