Digamos que uno logra entender todo
este circo colombiano debido al vicio, a veces me parece absurdo, de estar
informado todos los días y al instante de lo que pasa, esto gracias a la
lectura de periódicos o porque escucha la radio, ve noticieros o pierde una
inmensa cantidad de tiempo en las redes sociales. Cuando hablo de perder tiempo
me refiero solo al estar buscando información, de resto ese ejercicio es fantástico.
Digamos que por lo anterior uno
analiza toda la maraña jurídica que ha tejido Gustavo Petro para evitar su
destitución y logra entenderla. Cuando digo que se logra entender me refiero a
que uno cree que la entiende precisamente porque cruza la información
recopilada y se da cuenta de que la normatividad colombiana, aunque ineficiente
y en mora de ser revisada, permite una serie de recursos, en este caso para
Petro, que le pueden ayudar a evitar salir por la puerta de atrás del Palacio
de Liévano.
Digamos que uno cree que después
de que la Procuraduría, la Judicatura, el Consejo de Estado y no sé quién más
se ha pronunciado y han dicho que no se le violaron sus derechos (a Petro) y la
destitución ha sido ratificada en todos esos niveles, lo normal sería que se
aplique; pero no, la novela continúa.
Digamos entonces, que uno
entiende lo que está pasando, sin dejar de mencionar que no hay quien gobierne
a Bogotá desde hace casi seis meses porque el que debe hacerlo está ocupado
defendiéndose y la ciudad cada día profundiza más su crisis, pero surge
entonces una pregunta, sencilla pero válida: ¿qué pasa con el que no entiende?
Y son muchos los que seguro andan
más perdidos que el hijo de Lindbergh (que por cierto sí apareció) con
la situación actual de la capital y con su burgomaestre Gustavo Petro. Esa gente
que se levanta todos los días a trabajar, que no les importa las noticias, que
solo se entera de lo que pasa por el boca a boca, qué opinión tendrán ahora del
Alcalde que eligieron (si acaso tienen opinión). Sabrán que el Procurador lo
destituyó, qué hubo más de 300 tutelas para evitar que se aplique el fallo, que
ninguna prosperó, que Petro se ha victimizado y ha dicho que todo es una
persecución por su calidad de reinsertado y que la CIDH en este momento otorgó
medidas cautelares para frenar la destitución. ¿Sabrán que son medidas
cautelares? (Yo no las entiendo del todo).
Los tuiteros somos una minoría. Twitter
no alcanza ni para elegir un edil y menos para tumbar un Alcalde. La mayoría
son aquellos que su día a día es trabajar y conseguir para vivir (casi siempre
para sobrevivir), a esos son los que se les debe explicar y que entiendan lo
que pasa en Bogotá, el daño que su Alcalde le hace a la institucionalidad al
llenar de trabas el funcionamiento de los organismos de control. A esos es que
debe estar dirigida la campaña para la revocatoria, la campaña por el SÍ. Las redes
son solo un apoyo, pero ya han demostrado ser inútiles en las elecciones o sino
que nos lo explique Antanas Mockus, Presidente de Colombia 2010 – 2014 gracias
a Twitter. (gobernó un mes antes de las elecciones y luego se ahogó en su
propia ola…verde).
Al paso que esto va, y con la
decisión en manos de Juan Manuel Santos, puede que nos tardemos unos días más
en saber qué pasará. El Presidente-candidato tiene que hacer sus cálculos políticos,
sabe que esto le puede ayudar para el 25 de mayo, así que debe tener cautela
(como con San Andrés y el negocio en La Habana). Así que no queda de otra,
para los promotores de la revocatoria que volcarse a las calles y dedicar cada
minuto del día a explicarle a la gente porque Gustavo Petro se debe ir y
convencerlos que contra viento y marea (con seguridad habrá miles de trabas
para los bogotanos el 6 de abril) deben salir a votar por el SÍ, votar por
darle un giro al rumbo de la ciudad, votar por la idea de un presente mejor.
PS: ojalá Juan Manuel Santos
fuera sensato y respetara la institucionalidad colombiana, así, entre otras
cosas, le ahorraría al Estado más de 35 mil millones de pesos que vale la
revocatoria. Siempre es que se pueden hacer muchas casitas con esa platica.
@DiegoMorita
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