Contrario a lo que muchos quieren hacer creer (gracias a los denominados intríngulis de la política), Álvaro Uribe Vélez no le ha dado su guiño a ninguno de los tres precandidatos a la presidencia, rumor que es normal que difundan aquellos a los que les conviene, pero que no refleja la realidad.
El único guiño de Uribe es a la imparcialidad, a convocar un proceso amplio, plural y transparente en el que todos los sectores democráticos y afines a la ideología que transformó a Colombia, puedan participar y elegir la mejor opción. Repito, en este punto (tal como lo expresé en una columna anterior) mi mecanismo ideal hubiera sido la consulta popular, con todo y los peligros que ella traía; no obstante después de que se den las garantías para hacer una convención limpia, en igualdad de condiciones y sin ventajas para nadie, esta opción es viable y, por supuesto, rápida, lo que le otorga al ganador más tiempo para preparar su campaña.
Lo ideal, en la convención, es que el mayor número de personas participen, que escuchen a los precandidatos y elijan a conciencia teniendo presente las siguientes preguntas ¿qué tipo de presidente necesita Colombia los próximos cuatro años? ¿Cuál es el candidato más fuerte y viable para derrotar a Juan Manuel Santos o a Germán Vargas Lleras en mayo de 2014? ¿Cuál de los tres representa más claramente los postulados uribistas?
El tema no es solo votar y ya, es hacerlo a conciencia y pensando en que todo este proceso debe desembocar en una victoria en las urnas, de nada sirve tanto desgaste si se llega a la contienda electoral sin opciones de ganar, por eso los convencionistas deben elegir a la persona más idónea y con la capacidad de derrotar a cualquier candidato que se le ponga en frente, que no necesariamente será aquel que más simpatía les genere.
Consolidar y mantener las políticas de Uribe es un proyecto colectivo que debe convocar a la unión, por eso los sucesos recientes, no respetar las decisiones ya tomadas y cambios en las reglas de juego, no pueden continuar. Si algunos no dejan de lado sus intereses personales es muy posible que se fracase en los objetivos, ¿eso es lo que quieren?
No es justo que en Colombia sigamos con las viejas prácticas de la política aun cuando estamos hablando de renovación y de continuar con la transformación, ¿es tan difícil de entender?
Por último: sigo creyendo en la política, así cada día los acontecimientos me sugieran lo contrario. La decepción no puede enfocarse en esta práctica sino en los encargados de llevarla a cabo, a esos debemos censurar.
@DiegoMorita
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/el_guino_de_uribe/el_guino_de_uribe.asp
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